Reconozcamos que no ha sido un año cualquiera. Mira si veníamos ya trastocados los 50plus, que lo empezamos preguntándonos cómo serán las relaciones de pareja en 2025. Ya intuíamos que el añito iba a ser particular y nos iba a deparar lo suyo. A los que viven en Madrid, Filomena ya les puso sobre aviso. Para que nos fuéramos enterando. Y no iba a ser el único episodio propicio para los deslices y los resbalones -que sabemos, hasta un becanior lo sabe, que no es lo mismo una cosa que la otra.
En febrero ya estábamos dándole la vuelta al jamón para ver si quedaba algo por la otra parte, menos mal que teníamos la sinfonola para regalarnos musiquita de la que nos gusta, cómo éramos, cómo seguimos siendo, es que nos apetecía volver a Dickens y hasta al western, que no en vano fue el cine con el que crecimos. No me digas que empezaste marzo dándote a los cócteles, ¿de sidra? Menos mal que aún nos queda algún reducto para meditar y sanar. Un poco de coherencia, por favor.
Pero en abril no dejamos de liarnos la manta. Si habíamos empezado con vinos ajustaditos de precio, ahora nos dedicábamos un Valduero, un Carmelo Rodero… pero cuidado, que ni estos ni los otros son para hacer calimocho. Fue cuando empezamos a aprender qué es esto de la financiación colectiva y, ya en plan reivindicativo, conmemoramos el Día del Trabajador senior. Mayo es mes de flores, terrazas, libertad… pero también, ¿por qué no? de ver ópera a la carta. Aunque nos moríamos por volver a viajar, para qué nos vamos a engañar. Aunque fuera para constatar que Hamburgo no es el sitio para comer hamburguesas.
Como no todo es beber, en junio llegaron las recetas de Pablo Balbona para comer rico y sano. Pero también hay que beber. Y los cócteles con pisco fueron todo un descubrimiento. Dolor no causan, pero por si acaso, también tenemos solución para el dolor neuropático. Con julio entró en apogeo el verano, siempre propicio para las largas lecturas. Pero para saga, los regalitos del mes, que sólo en agosto faltaron a su cita y nos iluminaron el resto del año, lo mismo que para cualquier época son las novelas feelgood. Tiempo de vacaciones, si bien también hubo quien trabajó a destajo con esto del teletrabajo.
Septiembre vino con el aire melancólico de siempre, pero esta vez aprendimos lo que es el House Flipping, y también a flipar con excelentes vinos allende los mares. El otoño invita a vestirse bien y salir en buena compañía, por ejemplo, para cruzar el hall de los hoteles de lujo, o para ir al teatro, pongamos que a conocer a las pícaras del Siglo de Oro. Fueron algunas de nuestras visitas en octubre, y en noviembre seguimos visitando paraísos, entiéndase librerías o aquellas salas de cine en V.O.
¿Y siguen sin contratarnos a los 50plus? Pues ellos se lo pierden. Menos mal que hemos aprendido a cultivar pequeños hábitos para gestionar esta vida. Más que hábito, fabricarte tu propio aceite de oliva sería como el oro que buscaban los alquimistas, solo que esta vez lo conseguiremos. Pero es diciembre, y como se acercan las fiestas y los buenos propósitos para el año nuevo, nos planteamos hasta ir a la Universidad. ¿Estaremos a tiempo? Siempre estamos a tiempo los 50plus.
Y así fue 2021, el año que vivimos 50plusamente. Gracias a los lectores y a todos los colaboradores que lo han vivido con nosotros y además lo han hecho posible. El próximo, más…