El pasado invierno descubrí un tipo de novela que creo especialmente recomendable para ciertos momentos de la vida y que quiero compartir con vosotros.
Son las novelas feelgood. Novelas cuya principal e indispensable característica es que tienen un final feliz, lo que nos garantiza una sonrisa al terminar de leerlas.
Aunque creo que una dosis de optimismo vital siempre viene bien, hay determinadas situaciones para las que creo que estas lecturas son perfectas:
1.- En Vacaciones
Porque nos acompañarán en las jornadas de piscina o playa, pero podremos dejarlas para darnos un chapuzón o tomar una caña, sin miedo a perder el hilo de una trama compleja o a tener que recordar qué papel tenía en el libro uno de sus cien personajes, o saber en cuál de las distintas épocas en las que se desarrolla el libro estábamos.
Son narraciones relativamente cortas, sencillas, que no requieren un esfuerzo mental especial para recordar muchos nombres, lugares o fechas.
2.- Al terminar una saga
Cuando termino una serie de libros, siento invariablemente un desasosiego, una especie de vacío, echo de menos la trama, los lugares y en especial, los personajes que me han acompañado cada día durante semanas, a veces meses.
Las feelgood son perfectas para esta situación, porque podemos estar seguros de que empatizaremos desde el primer momento con sus personajes; sus protagonistas son esencialmente buenas personas, que a lo largo del libro superan sus conflictos, crecen y encuentran su rumbo en la vida. Y ¿No es eso lo que al final queremos todos?.
3.- En situaciones de estrés o abatimiento
A veces siento que mi cabeza está tan ocupada en miles de cosas, que no soy capaz de concentrarme en un libro. Me descubro en una página, sin tener ni idea en realidad de lo que he leído desde hace un buen rato.
Otras veces he estado tan triste que ni siquiera me apetecía leer.
Entonces, leo una feelgood, sin tramas desagradables, sin violencia, sin complicados juegos mentales, cuyos personajes no se enfrentan a situaciones especialmente dramáticas que me hagan sentir peor.
A demás, por su propia condición, podremos relajarnos, sabiendo que pase lo que pase a lo largo del libro, al final, siempre habrá mejorado nuestro estado de ánimo.
4.- Domingo de invierno: sofá, manta y café
Mi situación favorita. Puro disfrute. Nos sumergiremos inmediatamente en sus escenarios, lugares en los que es muy difícil no querer estar en algún momento, sitios maravillosos descritos con todo detalle, míticos trenes, hoteles lujosos, encantadoras cafeterías, bucólicos jardines o fantásticos viñedos.
Y como guinda final para los enamorados de la literatura, muchas tienen como protagonistas bibliotecas repletas de joyas que nos despertarán el apetito lector inmediatamente después de acabarlas.
Os dejo una selección de mis favoritas, aunque afortunadamente cada vez, descubro más.
Brooklyn Follies (Paul Auster)
La librería del señor Livingstone (Mónica Gutiérrez)
La casa del mar (Pilar N. Colorado)
La librería de los finales felices (Katarina Bivald)
Un hotel en ninguna parte (Mónica Gutiérrez)
Se prohíbe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pensión (Mamen Sanz)
Todos los veranos del mundo (Mónica Gutiérrez)
Felicidades por este artículo. Define perfectamente esos momentos de “leer por placer” y disfrutar con cada página. Apunto las recomendaciones.