La frase es preciosa, pero no es mía. Así tituló la actriz Simone Signoret sus memorias, y no pude evitar pensarla ayer en el cine viendo, disfrutando, la última película de Nanni Moretti, El sol del futuro.
Vamos a ver, los 50plus ya tenemos recorrido para mirar hacia atrás. Y, por muy feliz que seas, a veces echas de menos a aquella persona que convertía la inocencia en valentía y se comprometía con sus ideas hasta la eternidad. No pasa nada, todos crecemos y la vida está preparada para ofrecernos mucho más de lo que esperábamos, aunque a veces no sepamos verlo.
Estamos acostumbrados a esa nostalgia que surge de la decepción. Hanif Kureishi es un escritor que me encanta y al que sigo desde sus inicios (tiene uno o dos años más que yo) y es un ejemplo del desencanto en sus últimas novelas (ahora, lamentablemente, se encuentra en situación límite) y tengo que reconocer que he disfrutado con su tristeza.
Sin embargo, ayer descubrí lo que verdaderamente me gusta: años después de Caro Diario, Moretti, este actor y director italiano con cierto parecido intelectual a Woody Allen, vuelve a retratarse en una auto ficción compuesta de varios trazos de historias. La espina dorsal es el rodaje de una película sobre un episodio histórico que cuestiona al Partido Comunista Italiano, y a partir de ahí, se cuestiona todo lo demás: sus ideas políticas, su visión del amor y de sí mismo, el cine…
Lo que hace especial esta propuesta es para mi su completa libertad. No existe patrón narrativo. Son escenas muchas veces breves, otras no, hay música y canciones, hay humor, mucho humor, auto ironía, inteligencia…. Todo mezclado en un cóctel sin fisuras.
Pero, sobre todo, hay alegría, mucha alegría. Una alegría sin complejos y capaz de mirar al pasado, pero sobre todo al futuro.
No puedo evitar comparar su final con otro que adoro de otro maestro italiano. Me refiero al de Las noches de Caribia de Fellini. En este caso, el desfile es un ejemplo de concordia, de camaradería, de vitalidad. Yo quiero estar ahí y caminar con ellos.
Más sobre cine AQUÍ
A los 50plus ya tenemos recorrido para mirar hacia atrás. Con El sol del futuro he descubierto lo que verdaderamente me gusta: una alegría sin complejos y capaz de mirar al pasado, pero sobre todo al futuro.