Renovarse o morir, que diría el refrán. ¿Quién de nosotros, 50plus, no hemos oído en nuestro círculo alguna vez esta expresión?. Vivimos en un entorno tecnológico y laboral cambiante, por eso debemos estar siempre preparados para el cambio.
Bien lo sabemos los socios de Fellow Funders. Recientemente nos hemos unido a dos tecnológicas para ofrecer a nuestros clientes una mayor cartera de productos. Y, de paso, demostrar que la tecnología no es un “coto privado” de los llamados millennials.
En una tesitura similar se encuentra nuestro país, obligado a adaptarse a un entorno cada vez más digital. Y en el que, por desgracia, los países con los que nos deberíamos comparar nos llevan una clara ventaja.
¿Cuánto se invierte en deep tech?
En el sector deep tech, en concreto, la aportación de la I+D privada al total de la investigación fue de en torno al 0´7 % durante la década 2009-2019. Apenas la mitad que la media de la Unión Europea.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de deep tech?
Según el director adjunto de la Oficina de Políticas Industriales y Economía del Conocimiento, Fayçal Hafied, este término hace referencia a las tecnologías con altas barreras de desarrollo por su elevada intensidad de capital y por la incertidumbre sobre sus futuros rendimientos (inteligencia artificial, blockchain…).
Es precisamente esta incertidumbre la que desincentiva a las compañías privadas a la hora de invertir. Como en la mítica serie de películas “Tiburón”, parecen asustadas por aquello que se oculta debajo de la superficie. Porque solo se puede acceder invirtiendo años y millones de euros en investigación.
¿Porqué invertir en depp tech?
Lo cierto es que debajo de esta superficie que tanto nos cuesta traspasar, cohabitan los países punteros en deep tech. Naciones como China o Estados Unidos disponen de ventaja en aspectos tan importantes en la actualidad como el 5G o la ciberseguridad, algo que podría poner en peligro la soberanía tecnológica de España y el conjunto de la Unión Europea.
Si queremos evitarlo, debemos doblar nuestra inversión en deep tech. Y empezar a “nadar entre tiburones”.
Es precisamente esta incertidumbre la que desincentiva a las compañías privadas a la hora de invertir. Como en la mítica serie de películas “Tiburón”, parecen asustadas por aquello que se oculta debajo de la superficie, y a lo que sólo se puede acceder invirtiendo años y millones de euros en investigación.