Durante mucho tiempo, el éxito de masas se ha considerado sinónimo de vulgaridad, desde un cultismo mal entendido. La cultura, de hecho, era algo elitista que debía de tener un punto de inaccesible para el común de los mortales. Esta estupidez tan poco democrática, y además propia de una incultura pretenciosa, ha llevado a que no se valorasen muchas obras que lo habrían merecido. Pero, sobre todo, a que nos tragásemos cosas infumables e incomprensibles destacadas como piezas propias de una intelectualidad superior. A ver quién era el guapo que decía que no le gustaban. Es como esa manía de considerar la comedia como un género menor porque reírse suena a popular.

Pues en literatura, a mí hay best sellers que me gustan y otros que no, pero me gustan muchos, y los hay incluso que me entretienen, me emocionan, me enganchan… Debo de ser un chico fácil.

Y entre ellos, por eso de ir a lo nacional, absolutamente recomendable la trilogía de Juan Gómez-Jurado que, iniciada con Reina Roja, continúa con Loba Negra y Rey Blanco. Nada menos que la mujer más inteligente del mundo, enfrentada al ser más cruel y con menos escrúpulos que puede habitar en esta tierra. Las tres novelas son apasionantes. Es difícil no engancharse y, por lo que se refiere a la credibilidad, tampoco se la pedimos a James Bond. Sobre todo, tengo la sensación de que quien las escribe lo hace desde un respeto absoluto por el lector, por su tiempo y su capacidad intelectual.

Este año es el centenario del Ulises de Joyce. Sí, voy a intentar de nuevo leerlo. A mi edad, con la paciencia de los años, puede que lo consiga y lo disfrute. Eso no me impide asumir el valor de propuestas más efímeras. Todo tiene su momento.

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