Vale, diremos que preferíamos Rambo, que a esta fuimos por acompañar a nuestra ¿novia, hermana, madre…?
Pero lo cierto es que prácticamente todos los cinéfilos de los ochenta vimos Memorias de África y, a ser posible, en pantalla grande. Sidney Pollack consiguió un clásico del cine romántico aventurero, con una base literaria muy potente: las memorias de la baronesa Karen Blixen durante sus años en ese continente.
El problema en las historias de personajes reales es que no terminan cuando lo hace la película. La baronesa volvió a Dinamarca, donde comenzó a escribir y se convirtió en un icono cultural, pero estaba enferma de sífilis, contagiada por su exmarido.
Ahora se estrena otra cinta, El Pacto, dirigida por Billie August, donde retrata a nuestra protagonista en su vejez, cuando se había convertido en una mujer egoísta, cruel, manipuladora y excéntrica, pero sobre todo, en una mujer que sufría al ver cómo se le escapaba el tiempo.
Esta última, correcta, no llega al nivel de la obra que nos hizo volar sobre la sabana, y ver cómo ella tenía una granja en África, de hecho, aunque se ve sin problemas, creo que su interés está en servir a esta de complemento anecdótico.
El consejo sería, sí, ahora que ya hemos superado la edad de los complejos, volver a Memorias de África y disfrutarla a lo grande. Si hay que llorar, se llora. Pero, sobre todo, acercarse a la obra literaria de una excelente contadora de historias, no sólo a los textos que inspiraron la película (Lejos de África y Sombras en la hierba) sino, sobre todo, a sus colecciones de cuentos o narraciones breves, Siete cuentos góticos, Cuentos de invierno, Erhengard o Vengadoras angelicales.
En cualquiera de ellos encontraremos de nuevo esa voz que, como los verdaderos narradores, nos da la sensación de que nos está hablando al oído, para contarnos que ella tenía, sí, una granja en África.
Ahora que ya hemos superado la edad de los complejos, el consejo sería volver a Memorias de África y, sobre todo, acercarse a la obra de Karen Blixen: a los textos que inspiraron la película y a sus cuentos y narraciones breves. Efectivamente, tenía una granja en África.