Hola, amigos 50plus. Soy el corresponsal en el banco, recordaréis que hace poco me presenté. Hoy tengo el primer caso para contaros. Es la historia de Emilio, que vive en Madrid. Y lo mejor es que transcriba tal cual el mensaje que nos envió:

‘Vivo en casa con mis padres, que tienen más de 80 años. Hace unos pocos meses, mi madre recibió una carta de su nuevo banco. Digo nuevo, porque ella tenía de toda la vida una libreta de ahorros en Caraja Madrid, luego convertida en Punkia y después absorbida por otra gran entidad: Costrabank.

La carta en cuestión instaba a mi madre a personarse en su sucursal para actualizar sus datos. Decía ampararse en las nuevas normativas legales y en el compromiso de Costrabank con mantener la integridad de los datos de sus clientes. Y en tono poco claro, avisaba -dejaba caer, más bien- de que, de no presentarse en un plazo determinado, se verían obligados a tomar medidas…

“¿Qua adónde tengo que ir? ¿y qué me están diciendo con las medidas? ¿me van a quitar la pensión…?” – me preguntó mi madre alarmada. “Vamos, mamá, que cosas tienes, ¿cómo te van a quitar la pensión”, intenté tranquilizarla.

La antigua sucursal de mi madre estaba en la calle Dr. Esquerdo, a unos 300 metros de casa, lo cual ya era un paseo importante para ella, dada su edad. Con la reordenación de oficinas y la reasignación de sucursales fruto de la fusión, su nueva sucursal se había ido hasta la calle Estrella Polar, a unos 2 km. Totalmente inasumible.

Como acababan de abrir una nueva oficina a apenas 50 metros de casa, me acerqué a preguntar si podría mi madre hacer esa gestión ahí. Me respondieron que no. Que sólo podía hacerlo en la sucursal donde tenía la cuenta. Y si le resultaba imposible desplazarse, podía acercarme yo con un poder notarial. Es decir, ir a un notario y pagarle 60 o 70 euros para obtenerlo y, con él, ir en su nombre.

Descartada de momento esa posibilidad, hice una visita de prospección y comprobé que el autobús de la línea 32 tiene parada justo en frente de la oficina de Costrabank en Estrella Polar, y para también a unos metros de casa. No se crean que, aun así, fue fácil convencer a mi madre. Al final se avino a hacer la excursión. Llegamos sin gran problema, el trámite era sencillo y, hay que decirlo, la atendieron muy bien.

A la vuelta, el autobús seguía otra ruta, luego tuvimos que tomar un taxi a casa. Pero asunto resuelto al fin. Lo que mi madre espera, claro, es que la dejen en paz y no tener que volver’.

Hasta aquí la carta de Emilio. Deciros que, después de leerla, me recreé en buscar en prensa anuncios y artículos en los que se asegura que Costrabank y otras entidades bancarias se toman muy en serio la atención a los mayores.

Todo vuestro,

Corresponsal en el banco

P.D. Obviamente, a fin de preservar el anonimato, las identidades que aquí se reflejan son ficticias. Aunque cada uno podrá hacerse una idea…