Mujeres que pintan sueños

Santiago Quiroga

28/04/2023

El camino vasco de Fernando Aramburu se refleja en Patria, una novela ambientada en una localidad y el entorno de  ETA. Publicaciones de soy50plus

La Fundación Mapfre ha traído a Madrid una exposición magnífica de una pintora bastante difícil de clasificar, Leonora Carrington. Lo fácil sería incluirla en la corriente surrealista y seguramente eso sería lo correcto. Yo, como ignorante pictórico, no sólo me quedo fascinado por las imágenes que crea en sus cuadros, sino que me atrapa lo que cada uno tiene dentro de narrativo, todo lo que puede encontrarse en estas láminas. Y esas narraciones tienen una coherencia (que en ocasiones asumimos inexistente en esta tendencia) como la tiene también, por ejemplo, la obra El Público de Lorca. En el caso de Carrington, las referencias son, en gran parte, las narraciones que todos conocimos en nuestra infancia, elevadas con la madurez a la categoría de mitologías. Y eso sí, pasadas por el tamiz de la locura.

Me he perdido dentro durante varias horas, convencido de que estaba asistiendo a la crónica de un mundo íntimo de una artista única.

Al salir, me encontré en la librería de la Fundación con otra sorpresa. Un libro, La pintora pelirroja vuelve a París, donde la escritora Ara de Haro propone la biografía novelada de un episodio de la vida de otra pintora de sueños y pesadillas, Remedios Varo, en este caso, muy vinculada a la historia de España en esos momentos.

Y todo dialoga, porque en este hermoso libro, que se mete dentro del alma de su protagonista, la autora consigue hacernos patente algo que presentimos en las creaciones de Leonora: la fragilidad.

Qué difícil debe ser convivir con una versión de uno mismo exuberante, creativamente descontrolada, de una imaginación desbordante, cuando alrededor se desarrollan tiempos de guerra o de represión, teñidos en gris. Qué difícil rozar la genialidad en un mundo que no es genial.

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Existen mujeres como Leonora, Remedios, Frida y muchas más, que tuvieron la generosidad de querer compartir con nosotros sus sueños. Sin embargo, nosotros, o quienes éramos entonces, no tuvimos la valentía de protegerlas cuando aparecían sus pesadillas.