La sala de juegos en la que pasamos la edad del pavo, era tan pequeña, que la llamábamos “El Cajón”. La bajera de forma rectangular apilaba al fondo tres futbolines, donde días de fiesta y vacacionales, disputábamos nuestra liga particular al pierde paga por parejas previo pago de una peseta por persona depositado en el cenicero. En los laterales, los petacos. Junto a la entrada un mostrador donde el “jefe” repartía cambios y vendía pastas, regalizes y sobre todo bolsas de pipas.
Enfrente del mismo, en lugar destacado… La máquina de discos… La sinfonola.
A falta de emisoras musicales, la lista de éxitos se elaboraba con los singles que más sonaban. En el momento que dejaban de sonar eran sustituidos por otros que de forma machacona escalaban los primeros puestos. Esas novedades nos permitieron descubrir artistas y estilos musicales de la década mas prodigiosa y prolífica de la música popular: los años setenta.
La máquina era sencilla, no recuerdo su marca, sonaba alto y el jefe se encargaba de que el volumen, a nuestro pesar, fuera siempre moderado. Me figuro que el abastecimiento de novedades estaba a cargo del maquinero que recogía la recaudación de la misma.
Cuando un tema enganchaba al personal, acababa siendo insoportable. El problema lo resolvia el abusón del local que de un empujon desplazaba la maquina y rayaba el disco. Después hubo otras sinfonolas, mas modernas, con luces, en estero… Pero la primera, como muchas otras cosas en esta vida, es inolvidable.
“Los temas de esta playlist que os ofrece soy50plus, y de otras que vendran en breve, son recuerdos que todavía resuenan en mi cabeza, que traen a mi memoria sensaciones y momentos inolvidables. Seguro que muchos de ellos también te los traen a ti si eres 50plus.
Como dice Rob Sheffield en su libro ‘Vives en las cintas que me grabastes’: “puedes esconderte, pero al final siempre hay una canción que termina encontrándote.”