La cultura os hará libres

Santiago Quiroga

16/05/2025

El camino vasco de Fernando Aramburu se refleja en Patria, una novela ambientada en una localidad y el entorno de  ETA. Publicaciones de soy50plus

El cine carcelario es un género que ha dado grandes películas, la mayoría de acción (¿quién no recuerda Brubaker, Fuga de Alcatraz o La Roca?), pero también otras de corte más emocional, donde posiblemente el referente sea Cadena Perpetua. En cualquier caso, tengo muchas veces la sensación al verlas de que nos olvidamos de que estamos hablando de personas privadas de su libertad y, muy posiblemente, con un pasado.

Se ha estrenado este año (y tras un breve paso por las carteleras, está ya en plataformas) Las vidas de Sing Sing, dirigida por Greg Kwedar. Y lo primero que me ha sorprendido han sido las similitudes en su punto de partida con una propuesta de los hermanos Taviani, César debe morir (2012). Dos formas de entender el cine muy dispares, pero que coinciden en lo que quieren contar.

Ambas están rodadas en el interior de una cárcel y ambas tienen entre sus intérpretes a personajes reales que están sufriendo o han sufrido condena. Pero, sobre todo, las dos hablan del teatro como una forma de escalar los muros y construir una libertad interior que les permita volar.

Lo que en la película de los italianos es ceremonia, en la americana se centra en los personajes y su peripecia individual. Aquí el teatro pierde su pátina sagrada para ofrecer una línea narrativa que nos permita acercarnos a los dramas personales, pero en ambos casos, el heroísmo está en la búsqueda de nuevos caminos hacia la libertad.

En el fondo, son historias que nos hablan de superación, de cómo el ser humano, como decía Victor Frankl en El hombre en busca de sentido, siempre puede conservar un reducto de libertad interior.

¿Manipuladora? ¿simple? Decid lo que queráis, pero personalmente, me he sentido elevado al escuchar el monólogo de Hamlet recitado por uno de los presos. Y mira que no lo habré escuchado veces…. Quizás porque he percibido que él sí estaba entendiendo la diferencia entre ser o no ser.

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El género carcelario ha dado grandes películas de acción, pero también de corte emocional. En el fondo, son historias que nos hablan de superación, de cómo el ser humano puede conservar un reducto de libertad interior.