¿”edadismo” o desprecio a la experiencia?

Javier Domingo Ripalda

28/06/2022

manos

La pirámide poblacional “empuja” al envejecimiento de la oferta profesional: el dislate de “despreciar” el talento senior o el edadismo como (in)cultura imperante.

Sin necesidad de acudir más lejos que a los datos oficiales (INE), hay tres titulares derivados del padrón que no necesitan más comentario: el 48% de la población activa tiene 45 años o más, el 60% de quienes trabajan o están buscando empleo estará en este grupo de edad en 2030 (ojo, dos de cada tres en un poco más de un lustro, siendo hoy un 48,2%). Y, por último, una de cada dos empresas (que, por cierto, no son entes que tengan conciencia propia sino que son gestionadas por personas, “de esas que pueden estar en los grupos anteriores”), manifiesta (y demuestra) reticencias a la hora de contratar a profesionales de este grupo de edad.

Sin dejar de ser llamativos estos datos, no nos perdamos otros dos más: el 20% de la población tiene más de 65 años (es decir, los que culturalmente asociamos a no activos son uno de cada cinco personas) y la edad media de la población ha subido a 44,1 años en nuestro país pero la edad media de la población activa es de 43 años (curioso, todo se va alineando…..) – será de 50 años en 2026, dato tremendamente impactante-

Bajando estos datos a una realidad palpable, hoy día, 11,2 millones de trabajadores activos o que buscan trabajo tienen más de 45 años. Dato objetivo. No está mal. Visto de otra forma, la mitad de la fuerza laboral se encuentra en una franja de edad contra la que se practica de una forma (in)consciente una presión por “marginarla” del mercado laboral.  Pero, no siendo esto despreciable, resulta que del total de desempleados existentes (es decir, la otra cara de la moneda), el 42% de todos ellos tienen más de 45 años.

Edadismo o desprecio a la experiencia

Si cualquiera ha sido capaz de asimilar estos datos, ¿cómo resulta asumible pensar en aceptar el “edadismo”? ¿Quién en su sano juicio puede creer que se puede marginar a una parte de la población que va a superar a la mitad de la existente? Simplemente, hay que asumirlo, el problema es de proporciones bíblicas. Y, para culminar la reflexión, de ese 42% del total de parados del total existente que tienen más de 45 años, sabe alguien cuantos son de larga duración? Nada menos que el 60%. Brutal.

La tendencia infinita a reproducir esta situación a partir de supuestos argumentos espurios (competencias obsoletas del senior, menor flexibilidad, poca capacidad de integración intergeneracional, etc), impactan en el desprecio a la experiencia y, finalmente, generan el desánimo del colectivo a la hora de iterar o simplemente encontrar un trabajo. Y, por cierto, siendo este colectivo cada vez más importante en número, es decir, en “cliente final”, ¿tiene sentido realizar edadismo sobre quienes van a ser tus clientes más numerosos?. 

Para hacérselo ver y rápidamente.

Visto de otra forma, la mitad de la fuerza laboral se encuentra en una franja de edad contra la que se practica de una forma (in)consciente una presión por “marginarla” del mercado laboral.