Sí, estábamos avisados. Había comenzado a nevar a media mañana, siguió toda la tarde y nos habíamos acostado con una buena capa de nieve en toda la ciudad. Aun así, no estábamos preparados.
Personalmente, creo que los meteorólogos no son buenos poniendo nombres, tendrán otras virtudes, pero nadie puede tomarse muy en serio algo que se llama Filomena.
Pero Filomena llegó, vaya si llegó. A la mañana siguiente, parecía que nos habíamos despertado en otro lugar. Recuerdo asomarme temprano a la ventana, con apenas viandantes, para encontrarme con una ciudad esponjosa y que había perdido la definición de sus contornos. Era como un gran lienzo en blanco al que asomaban retazos de figuras en forma de edificios, de estatuas, de árboles….
Muchos tuvimos la sensación de que salir era una obligación, saltar a lo inesperado y posiblemente irrepetible. Nos encontramos con que no éramos los únicos. El bullicio era propio de una estación de esquí.
Por supuesto, hemos llegado a una época en la que todo se inmortaliza fácilmente. No hay ningún madrileño que no guarde en sus móviles una colección de fotos de ese día. Pero también existe el arte. Y eso es lo que me encontré unos meses después.
No conocía la fotografía de María Morenés. Ahora sé que ese día ella también salió a la calle con su cámara y recorrió toda la ciudad recogiendo en imágenes ese día mágico y extraño. Retrató lugares icónicos como la Puerta de Alcalá, Cibeles, la Almudena, pero también muchas calles que perdían su nombre difuminadas en la nevada.
Ha publicado la colección en un libro precioso. Se llama Madrid de blanco, y va por su segunda edición. Es una crónica precisa y generosa de unos días extraños. Dentro de un tiempo que parecía plagado de desconcertantes novedades, al menos Filomena, hay que reconocerlo, nos sorprendió regalando belleza. Y hubo alguien capaz de captarlo para ayudar a nuestra memoria cuando queramos recordar que sí, que Madrid estuvo durante unos días vestido de blanco. Este libro será una de sus crónicas.
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No hay madrileño que no guarde una colección de fotos de ese día. Pero también está el arte. ‘Madrid de blanco’ es una crónica precisa y generosa que ayudará a nuestra memoria cuando queramos recordar que, en un tiempo desconcertante, Filomena nos sorprendió regalando belleza.