A veces las expectativas son muy dañinas. Tanto pensar que vamos a ver algo grande o a leer una obra maestra de la literatura para luego encontrarnos, simplemente, con una obra muy buena que queda relegada de inmediato a la lista de las que nos han decepcionado.
Alcarrás corría ese peligro.
Segunda película de Clara Simón después de la muy buena Verano 1993. Consiguió hacerse con el Oso de Oro en el Festival de Berlín cuando aún no se había estrenado aquí. A ver, yo supongo que en esos días debía haber otras noticias, pero me sorprendió la tibia acogida.
¿Hacía cuánto una película española no ganaba el premio principal en un festival internacional de primera categoría? En definitiva, las expectativas estaban creadas.
En su contra, además, el hecho de pensar que se repetía un modelo: actores no profesionales, clara vocación realista, homenaje a un entorno rural en vías de desaparición…. Tal vez lo de siempre.
Pues bien, yo me quité de encima la duda la semana pasada y empiezo por el final: Alcarrás no es un documental. Es una historia ficcionada, con personajes complejos y una trama que habría enamorado a John Ford.
Todo comienza cuando una familia que vive de los campos frutales que rodean su casa, tiene que asumir que su propiedad no goza de ningún soporte legal, y no hay forma de hacer frente a un proyecto de ocupar la zona con placas solares. Esta será su última cosecha. Y este tiempo de lucha, de desconcierto, de miedo y de desesperanza, lo viviremos con un grupo humano plural y de gran riqueza, cada uno con su protagonismo, con su forma de asumir la derrota.
Lo que Simón ha puesto en pie es una historia dramática muy potente, perfecta en su escritura y meticulosa en su desarrollo donde todo suena a verdad, cada gesto, cada palabra.
También es un homenaje a un tipo de vida a punto de desaparecer, a unos principios tristemente obsoletos, una llamada a la reflexión sobre si lo que viene es mejor o si podremos recuperar lo que hemos dejado en el camino.
Tardaré en olvidar ese plano final, esa mirada de todos ellos hacia un futuro incierto. Alcarrás, sin duda, es una gran película, muy grande.
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Alcarrás no es un documental, es una historia ficcionada. Clara Simón ha puesto en pie una trama dramática muy potente, donde todo suena a verdad, cada gesto, cada palabra.