Hoy voy a contar algo personal: yo tengo libros que defino como ‘libros de aeropuerto’.
Hubo una época en que viajaba a menudo, vuelos de larga duración. Y una de mis peores pesadillas consistía en tener que afrontar todas esas horas de vuelo sin lectura. Aunque soy previsor, me ocurrió en alguna ocasión, sobre todo en los regresos. Y me encontraba en pequeños aeropuertos, buscando en multitiendas con uno o dos expositores para libros, alguno con las mínimas condiciones para no preferir el Ronda Iberia….
Pues bien, en muchas de esas situaciones, hubo sorpresas, libros que salieron a mi encuentro y resultaron ser magníficos, además de incrementar su valor por lo inesperado.
Voy a recordar tres que tengo especialmente presentes:
El más importante, sin duda, fue Beloved, de Toni Morrison, una autora de la que posteriormente leí toda su obra. En este caso, me dejé llevar por el anuncio en su portada de que acababa de recibir el Pulitzer (como veis, soy fácilmente influenciable). Creo recordar que fue en Chicago, en una escala sin poder salir del área de embarque y nevando fuera. Regresaba a casa después de un año. Esta maravillosa novela fue una de las últimas cosas que me llevé de USA.
A Rosa Montero la había dejado de leer, cuando en un aeropuerto de una provincia argentina no encontré mejor opción que una novela suya que desconocía. Se titulaba El Corazón del Tártaro, y aunque no he seguido al 100% a su autora, sigo pensando tiempo después que esta pesadilla es lo mejor que ha escrito.
Por último, regresando de Bombay, me decanté por un autor autóctono, totalmente nuevo para mí, R.K. Narayan, y por una colección de cinco novelas agrupadas bajo el título de Memories of Malgudi. ¿Qué puedo decir? Más allá de que aterricé sin enterarme del tiempo transcurrido de punta a punta del planeta.
Quiero pensar que, detrás de esos libros que aparecen como joyas en un lugar inesperado, hay alguien que ama los libros y que piensa en quienes los necesitamos para regalarles nuestro tiempo. Alguien que sabe que existen emergencias. Alguien que quiere compartir sus gustos con nosotros.
A todos ellos, existan o no, mi eterno agradecimiento.
Y mis mejores deseos para que este verano esté lleno de aeropuertos y de lecturas.
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Hubo libros que salieron a mi encuentro en aeropuertos y resultaron ser magníficos. Detrás de ellos, quiero pensar que hay alguien que los ama y piensa en quienes los necesitamos para regalarles nuestro tiempo.