Creo que ya hablé en alguna ocasión del cine documental y el auge que está teniendo en los últimos años. Antes, los documentales se veían en La 2 y punto (estas pequeñas cosas que nos recuerdan cuánto ha cambiado todo) y ahora se estrenan en salas de cine.

Su diálogo con la realidad nos permite, en muchas ocasiones, acercarnos a personas y lugares que, de otra manera, permanecerían siempre ajenos. Pero seguro que cuando hablamos de esto, no podemos evitar pensar en los indígenas de otras latitudes como si todos los documentales fuesen un sucedáneo del National Geographic. También se nos da bien pensar en los de animales, que para eso Félix Rodríguez de la Fuente era de aquí.

Pues bien, una de las sorpresas de este año es sin duda Libres, un documental que nos habla de personas a las que es difícil conocer y nos lleva a lugares ignotos, pero no están lejos. Santos Blanco, su director, entra por primera vez en clausura y nos permite conocer la intimidad de esos lugares de reflexión y silencio.

Al margen de la belleza y la magnificencia de esos parajes, el envoltorio es cuidado, en aspectos como la fotografía, la iluminación, la música. No hace falta ser creyente para emocionarse con la sinceridad de estas personas que, al final, de lo que realmente están hablando es de encontrarse con uno mismo.

Y nos sorprenden, porque, como dice el título, todos se sienten muy libres cuando cualquiera de nosotros pensaría que están encerrados.

Esta película es un ejercicio de serenidad frente al ruido. Quizás por eso, habiéndose estrenado como un producto menor, ha tenido que ampliar sus horarios en los cines de Madrid donde se proyecta.

Hay misterios mucho más cerca de lo que pensamos, el mundo es mucho más rico de lo que creemos y, en el fondo, a todos nos gusta la posibilidad del silencio y todos la necesitamos de vez en cuando. Y a pesar de haber pasado de los cincuenta, hay conceptos como la libertad que todavía se nos escapan.

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