En general, el deporte no se lleva bien con las temperaturas extremas. Sobre todo, si nos referimos al ejercicio físico aficionado, no a la élite o la alta competición. Eso no quiere decir que no podamos correr en verano. Claro que sí. Teniendo en cuenta, además, que seguramente tengamos más tiempo y, eso sin duda, más horas de sol.
Simplemente, se trata de tomar algunas medidas y precauciones. Ante todo, pensemos que, para nosotros, el ejercicio que hagamos debe ser saludable, y no una tortura. Si nos gusta correr y no queremos dejar de hacerlo en verano, vamos a sugerir algunas pautas y consejos:
- Por supuesto, hidratarse. Esto no es receta sólo para el verano, es para siempre. Pero, lógicamente, con el calor perdemos más líquidos y es más importante recuperarlos. Que no se nos olvide ese bidón de agua. ¿Incómodo? Hoy hay cinturones y otros accesorios que nos permiten portarlo sin necesidad de llevarlo en la mano. Ah, y no nos pensemos que una cervecita después de la carrera es suficiente hidratación.
- En general, los veranos se prestan a correr distancias más cortas y, si se quiere, a mayor ritmo para equiparar el nivel de esfuerzo. Los maratones son más bien para la primavera y el otoño.
- Obviamente, convendrá salir a las horas menos calurosas del día, por la mañanita, cuanto más temprano mejor, o al caer el sol. Los días nublados, que a veces también se dan por estas fechas, nos vendrán mejor. Pero cuidado si son demasiado húmedos, porque el bochorno es muy mal compañero.
- Usar ropa muy ligera y suelta. Parecerá obvio este consejo, pero es que no es sólo por el calor. Los cuerpos tienden a dilatarse con las altas temperaturas y entonces somos más proclives a sufrir rozaduras.
- Lo mismo con el calzado. Zapatillas por supuesto cómodas, pero amplias y con calcetines muy finos para que los pies vayan bien aireados.
- Preferiblemente, correr en parques o, si se puede, por el campo. La frondosidad y la cercanía de lagos o estanques siempre son un alivio. A la hora de trazar el itinerario, buscar en lo posible las zonas de sombra. Y huir del asfalto recalentado.
- Claro, también podemos correr por la playa. Por la orilla, desde luego, donde pisaremos más firme y hasta podemos hacerlo descalzos, lo que además es una buena terapia para los pies. Cuidado, eso sí, en las playas atestadas de gente.
- Que haga calor no significa que no necesitamos un calentamiento previo. Aunque nos parezca que nuestro cuerpo ya anda bastante caliente, nuestros músculos necesitan activarse igual. Y los estiramientos son imprescindibles siempre, antes y después de la carrera.
- Por supuesto, en cuanto notemos síntomas que vayan más allá de la normal fatiga, como mareos, dolor de cabeza o calambres musculares, dejarlo inmediatamente. Nadie nos está obligando a hacer esto.
- Dejar los récords y los grandes retos para días más bonancibles y propicios.
- Y cuando decimos correr en verano, nos referimos a hacerlo a temperaturas razonables. En olas de calor, de 35 grados para arriba, mejor quedarnos en casa o hacer el ejercicio en gimnasios o centros deportivos bien refrigerados. Aunque ya sabemos que las cintas de correr son más bien aburridas.
Al final, todo esto no es más que cuestión de sentido común. Y recordar que corremos y hacemos ejercicio, fundamentalmente, para disfrutar.
Claro que podemos correr en verano. Simplemente, se trata de tener en cuenta algunos detalles, no hacer locuras y recordar que, para los que no somos deportistas de élite, el ejercicio es saludable si disfrutamos haciéndolo.