Hemos oído hablar tantas veces del truco infalible que nunca falla… una especie de leyenda urbana fiscal. Quien lo cuenta no se ha leído jamás el BOE, pero parece como si supiera más que un catedrático de economía. Lo suelta con tanta seguridad que hasta te lo crees. Y ahí está el peligro, lo que empieza con una charla de bar y una caña, puede acabar en una notificación de la Agencia Tributaria.

El cuñado, el amigo, el primo o el vecino del quinto. En una comida familiar, una reunión de amigos en el bar o incluso un grupo de WhatsApp. Tiene respuesta para todo: “Factura sin IVA, no pasa nada”, “Mete la reforma del baño como gasto, que Hacienda no lo mira” o “Da de alta al trabajador a media jornada, y el resto le pagas en B, lo hace todo el mundo”. Consejos gratuitos que suenan muy convincentes, pero que son auténticas trampas.

La realidad es muy distinta. Hacienda o la Inspección de Trabajo no funcionan con dichos populares, sino con normas y criterios muy claros. Y lo barato puede salir carísimo. Detrás de esos trucos mágicos hay sanciones de miles de euros, intereses, recargos y hasta responsabilidades penales.

El problema no es solo el consejo en sí, sino la confianza con la que se transmite. Esa seguridad que te hace dudar hasta de tu propio asesor profesional. Pero no lo olvides, cuando llega la multa, el cuñado desaparece con un clásico: “No sé, a mí nunca me ha pasado nada”.

La mejor vacuna contra estos mitos es sencilla:

• Contrasta la información antes de aplicarla.
• No copies fórmulas ajenas sin saber si encajan en tu negocio.
• Y, sobre todo, consulta siempre con un profesional de verdad.

Porque un café o una caña pueden salir baratos, pero un consejo de bar mal aplicado te puede costar muy caro.