Espías de los de antes

Santiago Quiroga

01/07/2022

Espías de los de antes. soy50plus

Uno de los novelistas preferidos de mi padre era John LeCarre. Para su desgracia, durante nuestra adolescencia no consiguió que ninguno de sus hijos nos interesásemos por esos complejos argumentos en los que era mucho más fácil perderse que encontrarse. Y mira que lo intentamos.

Tampoco las adaptaciones cinematográficas de sus obras, más allá de El espía que surgió del frío con Richard Burton, consiguió engancharnos. Hasta que en 2011 (cuando ya no era un adolescente) llegó El Topo, de Tomas Alfredson, una cinta fascinante basada en la novela Calderero, sastre, soldado, espía. Tengo que reconocer que no sé si me resulto apasionante por su contenido o por el hecho de ser capaz de entenderla y llegar hasta el final de su complicada trama sin demasiadas dudas.

Precisamente, el protagonista de El Topo, Gary Oldman, lo es también de Slow Horses, una miniserie de seis capítulos (son las que me gustan, no soporto las temporadas centenarias) que nos vuelve a poner frente a lo mejor de las historias de espías. El sofisticado servicio secreto británico cuenta con sus secretos escondidos, entre otros, un lugar llamado La Ciénaga, donde van a pasar cuarentena aquellos agentes que han cometido errores inconfesables. Sobre el papel son los patanes, los que la han fastidiado las veces suficientes para merecer este premio. Pero en su corazoncito siguen siendo agentes, y basta que encuentren una oportunidad para demostrarlo y para que se lancen sin freno.

Posiblemente estos agentes puedan ser tachados de poco sofisticados y de acercarse más a Mortadelo que a Bond, pero cualquiera se convierte en un tigre cuando le tocan su orgullo o a sus compañeros.

Consejo: no os la perdáis. Además, lo del espionaje está ahora muy de moda y conviene estar al día, ¿no?

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Slow Horses es apasionante como serie de acción, pero además es muy divertida y orbita alrededor de un concepto que me gusta mucho: la camaradería.