No sé vosotros, pero yo tengo la sensación de que, últimamente, hay mucho ruido. Incluso los silencios forzados por la pandemia, el confinamiento, las limitaciones en las reuniones…son ruidosos. Necesitamos momentos de silencio, anular el exterior y descansar la mente.

Existen mil propuestas para ello, con miles de adeptos, meditación, yoga… La mía tiene más que ver con las palabras. La lectura tranquila de poesía, entrar en la mirada íntima de un escritor generoso que comparte sus sentimientos, su visión del mundo…. En este año he incorporado dos descubrimientos, totalmente recomendables, ambos fruto de dos premios.

El Princesa de Asturias de las Letras reconocía el pasado año a Anne Carson, escritora canadiense de lenguaje barroco e intensa cultura clásica que se refleja en sus textos. He disfrutado Autobiografía en rojo, definida como una novela en verso. Es un texto sorprendente, extraño, singular.

El otro descubrimiento me llegó con el Nobel. Cuando se conoció el nombre de Louise Glück, todos nos pusimos a buscar referencias. En nuestro país, sólo existían algunos de sus libros publicados por Pretextos. Conseguí Una vida de pueblo y estoy seguro de que será sólo el primero.

Glück escribe como si dibujase con un lápiz muy fino que destaca lo esencial con rigor y con la delicadeza de una miniatura. El paisaje me recuerda al entorno rural del que ya hablaban las novelas de Steinbeck, pero aquí lo que nos cuenta es simplemente lo cotidiano, aunque con una mirada que lo convierte en especial.

Por supuesto, estas dos recomendaciones no son excluyentes. Hay infinitas posibilidades y siempre un sitio de honor para Vicente Aleixandre (¿somos conscientes de que hemos tenido en nuestro país un poeta de este nivel?). La recomendación es el título: no olvidar, a la hora de buscar rincones de silencio, la opción que ofrecen las palabras. Las de aquellos que pueden ayudarnos a ver la vida con la inteligencia de la serenidad y el silencio.

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