Una de las primeras entradas que publiqué en esta aventura para 50plus, hablaba de la poesía y su valor terapéutico, la posibilidad de descansar en las palabras que nos ofrecen otra forma de mirar la realidad y nos acercan a nuestro yo más íntimo. Citaba a dos autoras, Anne Carson y Louise Glück. Muy diferentes, pero igual de admirables.

Hace unos días, Glück, fallecía a los ochenta años. Pronto, pienso. Aunque para una voz como la suya siempre me habría parecido pronto.

Creo también que hablé aquí de Una vida de pueblo, el primero de sus libros que leí, un homenaje a la vida sencilla y cercana, en tiempos de velocidad.

Poco después, Noche fiel y virtuosa me acercaba a una visión diferente, la del tiempo que pasa y la vida que, sabiendo que se acerca a su fin, decide descansar, sin abandonar la reflexión inteligente y la búsqueda de la belleza.

Lo último que he leído de ella, Meadowlands, es posiblemente lo más sofisticado: utilizando como fondo la odisea de Ulises y la larga espera de Penélope, aquí Glück nos cuenta su propia experiencia ante un amor que no fue capaz de triunfar, y nos acerca a su propia intimidad de una manera generosa y abierta, no siempre complaciente.

Queda mucho. Gracias a Dios, hay mucho que leer de esta autora, aunque no puedo dejar de pensar que su obra ya ha alcanzado un final al que quizás llegue algún día. Hasta entonces, me apetecía rendir homenaje, mi pequeño homenaje, a esta mujer que tanto me ayudó a descubrir los colores suaves del alma.

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