Siempre me han gustado las historias de los viajeros perdidos, y no me refiero tanto a un extravío desde el punto de vista geográfico sino emocional. Personas desarraigadas de su propia vida o incapaces de lo convencional que se lanzan al mundo a la búsqueda de algo que no saben lo que es y que no encontrarán nunca.

Posiblemente, los primeros que me lo enseñaron fueron los americanos que en Suave es la noche de Scott Fitzgerald buscaban en Europa una vida que les permitiese quedarse al margen del tiempo, en una celebración sin fin ni razón.

Paul Bowles, un errante él mismo, fue quizás el más transparente cuando en El cielo protector nos contó el viaje del matrimonio Moresby desde Nueva York al norte de África, en un desesperado intento de entenderse que sólo podía terminar en tragedia.

La editorial Libros del Asteroide ha recuperado recientemente otra historia de viajeros, la conocida como Trilogía de los Balcanes de la británica Olivia Manning. En este caso, los Pringle son un matrimonio de recién casados que comenzará a conocerse realmente cuando el destino de Guy, el marido, los lleve a Rumanía en el período situado entre las dos guerras mundiales. Allí, en un estado de levedad impulsado por la sensación de temporalidad de todo lo que ocurre, afrontarán el comienzo de un nuevo caos mundial, del que finalmente deberán de huir camino de Atenas.

La serie está compuesta por las novelas La gran fortuna, La ciudad expoliada y Amigos y héroes, y podría ser un solo volumen por la homogeneidad del tono y la unidad de la historia. Sobre todo, el conjunto es un ejemplo magnífico y totalmente evocador que funciona como crónica de unos años confusos donde la sociedad era una incongruente escalera, y de ciudades que basculaban entre la ruina de un pasado perdido y la incertidumbre del futuro.

Pero, sobre todo, es un magnífico estudio íntimo de la pérdida y la búsqueda, de las contradicciones del ser humano y la inutilidad, o no, de la huida de uno mismo. Del reencuentro. En definitiva, de esos viajes que emprendemos por dentro, y no por fuera, y en los que en tantas ocasiones nos perdemos.

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