Si buscásemos imágenes cinematográficas icónicas de los 50plus, una de ellas sería sin duda el rostro aterrador de Jack Nicholson traspasando la puerta donde se guarecía una aterrorizada Shelley Long. El Resplandor. También habría muchos que incluiríamos el triste rostro de Sissy Spaceck cubierto de sangre. Carrie.
Las dos películas estaban basadas en novelas de Stephen King. Y luego hubo muchas más, algunas peores y de consumo rápido, Cujo, Christine…. Y otras mejores, La Milla Verde, Misery… Pero lo sorprendente es que el crédito que le dábamos como creador de historias para el cine, se lo negábamos en la literatura.
Hace poco, el escritor peruano Santiago Rocangliolo publicó un inesperado artículo en El País donde reivindicaba la figura de Stephen King. Y sí, lo reconozco, soy influenciable. O sea que me lancé. Y en mi aun breve acercamiento, tengo que aplaudir dos novelas:
Los Ojos del Dragón es un cuento medieval de magia y espadas, una aventura apasionante y transparente aunque con sus dosis de oscuridad. No está lejos de Juego de Tronos y me sorprende que no esté ya en formato pantalla.
La segunda, El Misterio de Salem’s Lot, es una traslación de la leyenda vampírica a un pueblo feliz de la América de los 70. Al margen de que resulta perfecta como muestra del género de terror, sorprende su capacidad para dibujar ese mundo feliz de clase media y agregarle un delicado tono de amenaza que poco a poco llegará a materializarse.
Sí. El resultado de la prueba es que King no sólo es el rey del género de terror con una imaginación desbordante. Sobre todo, es un muy buen escritor, más que eficaz, capaz de manejar el lenguaje con la precisión necesaria y de dibujar entornos y sentimientos con palabras.
Uno más al que llego tarde. James Joyce ya no está solo en mi lista de pendientes. Seguro que le gusta la compañía, extraña pareja. Y por supuesto, no olvidemos que esta reivindicación supone también la reivindicación de la, por muchos denostada, cultura popular. Aquí ya lo he comentado en otras ocasiones: la cultura, o es universal o no es cultura. El resto es silencio, dijo Hamlet. O pedantería, digo yo.
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Sorprende que el crédito que dábamos a Stephen King como creador de historias para el cine, se lo negáramos en la literatura. No sólo es el rey del género del terror. Sobre todo, es un muy buen escritor.