La semana pasada hemos tenido un encendido debate a propósito de la hora de cierre de los restaurantes. La ministra de Trabajo ha dicho que le parece “una locura” que estén abiertos a la una de la mañana. Los hosteleros han reaccionado airados y se han quejado de intervencionismo, argumentando además que, gracias a esos horarios, se genera más negocio y empleo. Y no han faltado reacciones políticas, que, entre otras cosas, han acusado a la ministra de ir contra la hostelería, la vida nocturna y la libertad.
A rebufo de esta polémica, los medios de comunicación se han afanado en ofrecernos panorámicas comparativas sobre los horarios de la hostelería en los distintos países europeos y, por extensión, sobre los diferentes hábitos horarios en sus sociedades. Por ejemplo, El País y El Mundo.
A simple vista parece que, en efecto, en España los restaurantes cierran entre dos y tres horas más tarde, a las dos de la mañana, frente a las 22.30h en Francia o las 23h en Italia y Alemania. También salimos de trabajar más tarde y comemos propiamente a mediodía -mejor dicho, a las 14h o a las 15h- cosa que no en todos los países hacen -en general, toman un tentempié a las doce o a la una, esto sí que es a mediodía.
Pero todo es relativo. En primer lugar, porque los horarios de la hostelería, en España y en Europa, los determinan los ayuntamientos y los gobiernos regionales. En segundo lugar, existen diferentes tipos de licencia según se trata de bares, restaurantes, pubs u otros tipos de establecimiento. Por ejemplo, estos son los que rigen en Madrid y en Cataluña.
Y en tercer lugar, el mundo ya no es como era. Quien viaje ahora y haya viajado hace veinte o treinta años, lo habrá podido comprobar. Antes, ibas a Bélgica o Portugal y a las nueve de la noche no encontrabas un sitio para cenar. Ahora, puede que a partir de cierta hora la mayoría de los restaurantes hayan cerrado la cocina -más tarde que entonces-, pero tampoco se queda uno tirado. Casi siempre es posible encontrar algún sitio, fundamentalmente de comida rápida, que cierre a altas horas. Y por ejemplo, en Berlín, hay pubs –kneipes– en los que se puede cenar suculentamente hasta las cinco de la madrugada.
En realidad, las declaraciones que han suscitado el debate pretendían referirse a las condiciones de los trabajadores. Se supondría que, si un establecimiento permanece abierto más horas, necesita contratar a más empleados o pagar horas extra. Y no parece claro que ese supuesto se cumpla en todos los casos. Por otro lado, los hosteleros se vienen quejando amargamente en los últimos años de la dificultad para encontrar camareros y niegan categóricamente que la causa sean los sueldos y las condiciones que ofrecen. Paradójicamente, Irlanda está llena de camareros y camareras españolas, que dicen que “aquí venimos a ganar pasta y a aprender inglés”.
Y tú, ¿a qué hora cenas? ¿Te parecería bien adelantar la hora de cierre de los restaurantes? O, al contrario, ¿todavía piensas que cierran demasiado pronto?
El debate en torno a la hora de cierre de los restaurantes no va tanto sobre que nos guste más o menos la vida nocturna, si no más bien sobre las condiciones laborales de quien cocina y nos sirve la cena.