Acaba de concluir la sexta y última temporada de la serie The Crown. Desde el inicio de los años de la Reina Isabel como monarca, hemos llegado hasta la muerte de Lady Di, el matrimonio del Príncipe Carlos con Camilla y la aparición en escena de Kate Middleton. Pasando por guerras y grandes momentos históricos, conociendo primeros ministros icónicos como Churchill, Margaret Tatcher o Tony Blair.
Lo primero que nos planteamos todos ante la primera temporada era hasta dónde llegarían. Sospechábamos que no se acercarían al presente, y nos equivocamos. Sus creadores se han atrevido a fabular sobre acontecimientos recientes y controvertidos que llegaron a poner en jaque la institución.
La segunda pregunta era si en España sería posible una serie así. Y esta segunda cuestión es algo sobre lo que cada uno tiene su propia opinión, pero lo cierto es que no existe, al margen de que nuestros monarcas puedan aparecer como personajes secundarios en ocasiones en alguna película.
Hay varios aspectos que convierten The Crown en una serie relevante:
En primer lugar, es una producción fastuosa. Todo es magnífico. Por supuesto los escenarios reales, la ambientación, la interpretación. Visualmente es un disfrute absoluto.
En segundo lugar, asume en su escritura su carácter de ficción. No pretende ser una crónica histórica sino una ficción histórica. Es un riesgo, por supuesto, pero hay que ser conscientes de que hablamos de fabulación, de contarnos las cosas como habrían podido ser. Y en este sentido, no es complaciente. Y posiblemente, lo que la hace relevante es la humanización que hace de personajes que siempre nos habían parecido muy lejanos.
Pero lo que para mí es más importante es que The Crown es una manera de contar la historia de Inglaterra a través de su institución más relevante. La serie no sólo se centra en sus personajes, sino también en el entorno. Un país que ha cambiado de una forma extremada en todas esas décadas pero que convive con las tradiciones.
Ahora queda una tercera pregunta: ¿habrá séptima temporada? ¿veremos a Boris Johnson en sus juergas pandémicas? ¿la huida de Harry a Hollywood? No estaría mal, la verdad. Porque, además, The Crown demuestra que es mejor ser un personaje de ficción que de la prensa rosa. Sin duda.
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Lo que hace relevante a The Crown es la humanización que hace de personajes que siempre nos parecieron muy lejanos. Y sobre todo, es una manera de contar la historia de Inglaterra a través de su institución más importante.