El cine ha afrontado la posibilidad de un apocalipsis desde diferentes perspectivas. La más frecuente es la global, y además la más espectacular, aquella que permite convertir la pantalla en un parque de atracciones de la destrucción. Sin embargo, me parece mucho más inquietante la que trabaja sobre la intimidad del núcleo familiar, teniendo que asumir no sólo la lucha por la supervivencia sino también, antes que eso, la necesidad de hacer el esfuerzo de creer en lo increíble.
En este año, hay dos propuestas al respecto, las dos muy eficaces y muy diferentes.
La primera es Llaman a la puerta, de M. Night Shyamalan, una fábula casi teatral en su desarrollo, en la que un matrimonio homosexual con una hija recibe la visita de varios personajes que acuden a ellos con un mensaje difícil de asimilar. La decisión estará en si son capaces de sacrificarse para salvar un mundo que tantas veces les ha rechazado. A pesar de que la crítica no ha sido generosa, a mí me cuesta no engancharme en la historia, y tengo que reconocer que consigue parecerme hasta creíble.
La segunda acaba de estrenarse en Netflix. Se titula Dejar el mundo atrás y está avalada por un reparto de estrellas en el que destaca Julia Roberts. Aquí, una familia convencionalmente estructurada decide tomarse unas vacaciones en un lugar paradisiaco donde pronto comenzarán a ocurrir fenómenos extraños. En este caso, la propuesta tiene escenas espectaculares y un buen desarrollo de la idea inicial. Quizás más cuestionable como conjunto, es un buen ejemplo de cine espectáculo. Y con un final ideal para debates eternos….
Y es que, vamos a ser claros, desde la icónica escena final de El planeta de los simios, sí, me gusta que me cuenten el fin del mundo, pero por favor, sin trascendencia. No va a pasar mañana. Y si llega, que nos pille bailando o en un cine.
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La forma más frecuente de presentar el apocalipsis en las pantallas es la espectacular. A mí me parece mucho más inquietante la que trabaja sobre la intimidad. Sí, que me cuenten el fin del mundo, pero sin trascendencia, por favor. No va a pasar mañana.