
“Más estrellas que en el cielo” era el slogan de la Metro en sus buenos años. Y no quiero pecar de nostálgico, pero lo cierto es que, entonces, las estrellas de cine eran figuras capaces de detener la vida de una ciudad o provocar suicidios en cadena. En los años setenta, se mantuvo la categoría, pero el modelo era diferente, personajes igual de inalcanzables pero que parecían más cercanos, los años de Dustin Hoffman, Paul Newman, Jane Fonda, y, cómo no, Robert Redford. Vestían pantalones vaqueros, había fotos suyas desayunando o jugando al ping pong, reían con ganas… Pero no por ello dejaban de ser grandes actores, al tiempo que creaban un carisma más comprensible en esos tiempos de revolución y cambio.
Obviamente, por el mero paso del tiempo, está claro que también su época tenía que llegar al final, y así, en estos últimos años, algunos de ellos nos han abandonado. Esta semana le ha tocado a Robert Redford y, leyendo los comentarios en redes, tengo la sensación de que la inmensa tristeza que transmiten tiene mucho que ver con lo que significaron este grupo de actores en nuestras vidas.
Personalmente, vi muchos de sus clásicos en televisión, Tal como éramos, Todos los hombres del presidente, El golpe, Dos hombres y un destino, El Gran Gatsby… Aun así, continuó muy activo en su madurez, dándonos personajes importantes en El hombre que susurraba a los caballos, El mejor, Habana y, sobre todo, Memorias de África. Además, ejercicio con mucho éxito como director en ya clásicos como Gente Corriente o Quiz Show. Y creó y promocionó, Sundance, el festival de cine independiente más importante de EEUU.
Creo que Redford fue un hombre comprometido con la industria cinematográfica, capaz de superar cualquier etiqueta, y posiblemente por eso, entre otras cosas, siempre nos cayó bien. Ni un escándalo, ni una pérdida de control o falta de educación, ninguna necesidad de recordarle a nadie quién era, qué diferencia con el firmamento actual. Y sí, lo he hecho, no quería terminar con “los de ahora ya no son como los de antes”. Pero es cierto, lo siento.
Con él se va una época del cine, pero también de nuestras vidas, porque en situaciones así nos damos cuenta de lo que nos importaba, y de que el cine también se vive y algunos tenemos muchas referencias de momentos relevantes de nuestra memoria cosidos a una pantalla.
Sí, es así, llamadme viejuno, pero ya hay más estrellas en el cielo. Que la tierra te sea leve, amigo, y gracias por todo.
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Creo que Robert Redford fue un hombre comprometido con la industria cinematográfica, capaz de superar cualquier etiqueta, y posiblemente por eso, entre otras cosas, siempre nos cayó bien.